miércoles, 7 de marzo de 2007

La vida es como es y no como uno quiere que sea


…Aceptar SU voluntad
en lugar de querer imponer la de cada uno de nosotros.

En cada momento de nuestras vidas, que son muchos y variados, deseamos que los resultados coincidan con nuestras expectativas, es decir esperamos que el resultado sea como cada uno de nosotros quiere. Eventualmente ocurre que lo esperado sucede y muchas otras veces no... entonces aparece el sufrimiento.
¿Qué podemos hacer para no sufrir?
¿Qué podemos hacer para que no aparezca la desesperanza y la desesperación?
Aceptar SU decisión.
Desarrollar nuestra fe.
En mi opinión, el principio y lo primordial es agradecer al Señor por todos los dones que nos regala cada día y en cada momento.
Al comenzar cada día EL nos regala la vida, por eso es bueno decir: “Te agradezco, Rey Viviente y Eterno, pues Tú has restituido misericordiosamente mi alma dentro de mí. Grande es Tu fidelidad.”
En cada momento vivimos como si Dios no existiese.
Hacemos lo que nos parece, siguiendo con los conceptos culturales que nos han transmitido a lo largo de muchos años, siendo muchos de ellos caducos y casi sin vigencia, y no cumplimos con aquellos conceptos que debiéramos llevar a la práctica que, si bien son antiguos, no dejan de ser valiosos y vigentes: honestidad, respeto, trabajo, cumplimiento, amor...
Queremos que el otro, los otros y lo otro actúen de acuerdo a nuestras pautas y, si no es así, se generan grandes conflictos que llevan al distanciamiento y a la generación de sentimientos adversos que perjudican a todos.
Lo que Dios nos da en cada momento es bueno y tiende a mejor.
Cuidémonos.
Es importante alimentar adecuadamente el cuerpo y el alma.
Esa es la tarea de cada uno de nosotros, sobre nosotros mismos, en lugar de ocuparnos de lo que los otros debieran hacer.
Ocupémonos de nuestra tarea sin expectativas.
Sin esperar reconocimientos por lo que hemos hecho.
Sin esperar o demandar las demostraciones de cariño que consideramos merecer.
Sin hacer sugerencias cuando no nos han solicitado opinión.
Sin destruirnos porque la información que hemos recibido no ha sido la esperada, y... si sentimos tristeza: ¡expresarla!... si sentimos alegría: ¡expresarla!
Aprendamos a celebrar la vida que ÉL nos regala.
“Nos educaron para la felicidad-cosa, y lloramos por no hallarla, mientras nos pasa
por delante de las narices la felicidad-momento, la dicha-vivencia, la alegría pasajera.”
(Para quererte mejor - Jaime Barylko)
Respetemos al otro en su diversidad. Dios nos ha hecho distintos y no distantes.
Todos los seres humanos tenemos algo en común: somos diferentes.
(Robert Zend)
Dios, Padre Celestial, quiere el bien para cada uno de nosotros, sus hijos.
Hagamos Su voluntad.
Y… ¿Cuál es Su voluntad?
Dice el Profeta Miqueas 6:8 “Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor pide de ti: que practiques la justicia, que seas amigo de la bondad, y camines humildemente con tu Dios”
No siempre es bueno tener razón, es bueno vivir en paz, en armonía.
Hagamos lo que nos corresponde hacer, con ahínco, voluntad, alegría, dedicación, esmero, una cosa por vez (terminemos una para comenzar otra) y aceptemos que el otro hace también su parte, ¡de la misma manera que lo hacemos nosotros!
Encontrémonos.
Construyamos puentes que acerquen nuestros corazones.
No busquemos el defecto.
Es importante considerar que el otro es tan inteligente como yo, tan responsable como yo, tan bueno como yo y así sucesivamente.
De esa manera generamos en nosotros “buenos pensamientos”, esos que nos permitirán vivir en paz.
Ningún ser humano es indispensable.
Ningún ser humano es omnipotente y omnisapiente.
Ningún ser humano es perfecto.
Dios no nos hace perfectos y no escoge a los capacitados, capacita a los escogidos.
“...Noe era hombre justo, integro había sido en sus generaciones, con Dios se encaminó Noe” (Génesis 6:9)
Cada uno de nosotros hemos sido escogidos por el Creador para una determinada tarea, al igual que Noe, ¿la conocemos? ¿la cumplimos?... o tal vez estamos ocupándonos de lo que hace el otro y descuidamos nuestro propio obrar.
Yo soy yo, vos sos vos, caminemos juntos, construyamos un nosotros.
Cada uno de nosotros somos un todo y al mismo tiempo somos parte de un todo, como las olas del mar.
Confiemos en Dios y en los otros seres humanos.
El Pentateuco (Torá) en el relato previo a la entrega de las Tablas de la Ley al pueblo reunido cerca del Monte Sinaí, leemos: “Respondieron todo el pueblo al unísono, y dijeron: Todo lo que ha hablado Dios haremos. Llevó Moisés las palabras del pueblo ante Dios.” (Éxodo 19:8)
En la palabra “haremos” el pueblo deposita su confianza en el Creador y lleva a la práctica lo que ÉL indica. Es nuestra tarea aceptar así… sin pensar, sin evaluar, sin criticar, sin estar de acuerdo o en desacuerdo, lo que el Señor nos dice y cumplirlo para lograr nuestra plenitud.
En la mayoría de los casos los seres humanos hacemos lo que nos viene en gusto y gana y no tomamos en consideración lo que Dios dice, es por ello que al planeta tierra y a sus habitantes no les va bien.
“El Señor está conmigo, no temo, ¿qué podrá hacerme el ser humano?”
(Salmo 118:6).
“Más vale refugiarse en el Señor que confiar en los poderosos”
(Salmo 118:8).
Todo lo que viene haciendo el Señor es bueno, depositemos nuestra confianza en EL. Aceptemos su accionar, no pensemos que podemos hacer mejor que EL.
“Así dice Dios: que no se alabe el sabio por su sabiduría, ni el valiente por su valentía, ni el rico por su riqueza. Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Dios, y mi obrar en la tierra no es más que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Dios.” (Jeremías 9:22/23)
No esperemos recompensas, no estemos pendientes de los resultados de nuestra tarea, alegrémonos por haber hecho.
No le concedamos al otro, a lo otro la posibilidad de manejar nuestras vidas. Por el contrario, seamos capaces de aprender y seguir aprendiendo a hacer y aceptar la voluntad del Altísimo, sabiendo que Él hará para nosotros lo mejor.
Tal vez no lo que queremos, pero si lo que nos conviene.
Aprendamos la diferencia.

Realizó: Rab. Arieh

1 comentario:

Cristina dijo...

Amados Adriana y Rabino Arieh:
que Nuestro Dios rico en Misericordia los siga bendiciendo con su Amor y así continúen transmitiéndolo a los demás.
Se siente el amor que ponen en todo lo que hacen y en las reflexiones que nos regalan.
Los amo, Cristina Mattar