lunes, 30 de abril de 2012

Orar: vaciarse de mundo y llenarse de Dios

Estén siempre alegres. Oren sin cesar.
Den gracias a Dios en toda ocasión…
San Pablo en la 1era. Carta a los Tesalonicenses
5:16-18


Pablo nos pide que oremos sin cesar. Nosotros, aun siendo personas de fe, olvidamos con frecuencia su recomendación.
Orar es hablar con Dios, y ante Él nos presentamos des-nudos, libres de ataduras, de condicionamientos, de prisiones… hasta percibir Su Sagrada Presencia, que nos pacifica y armoniza, y hasta escuchar Su Voz hablando en nuestro ser interior.
La vorágine de la cotidianeidad nos arrastra y ocupa de tal manera, que la oración se convierte en algo olvidado.
Cedemos espacio a infinidad de cosas, restándoselo a la conexión sanadora con el Señor.
Aún cuando cumplamos con los ritos del culto solemos rezar en forma mecánica, sin conciencia, sin corazón.
Oren sin cesar nos dice San Pablo… Hablemos con Dios y presentémosle todos nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, palabras, acciones, omisiones, nuestros anhelos más profundos, nuestras tristezas, dolores, y también nuestras alegrías y logros.
Si somos capaces de conectarnos de corazón a Corazón, si nos permitimos un tiempo separado, sagrado, para dialogar con Dios, la contención de Su Amor se reflejará en nosotros.
Necesitamos vaciarnos de vanidades, competencias, elucubraciones y conflictos y abrir el corazón al diálogo sincero con el Padre para poder vernos como realmente somos.


El Padre Nguyen Van Thuan (Obispo y Cardenal de Vietnam) contó en su libro “Camino de la Esperanza:
“Un día hablé con el Padre Provincial de una gran congregación sobre la crisis del sacerdocio y las vocaciones religiosas. El me dijo que habían enviado una carta a todos los hermanos que habían dejado el sacerdocio para preguntarles por qué lo habían hecho. Todos contestaron. Y sus respuestas revelan que no se habían ido por problemas sentimentales, sino porque no oraban. Algunos dijeron que habían dejado de rezar hacía muchos años.
Vivían en comunidad, pero no oraban profundamente; mejor dicho, ni rezaban. Trabajaban mucho, enseñaban en las Universidades, organizaban muchas cosas, pero no rezaban”.


¡Cuántos de nosotros hacemos lo mismo!
Podemos estudiar y alegrarnos con el conocimiento intelectual que vamos adquiriendo, asombrarnos al descubrir el mensaje que la Eterna Palabra tiene para nosotros hoy, y comprender que Dios nos habla mediante las Escrituras, pero no nos vaciamos de mundo, de ego, para llenarnos de Dios.


Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán;
llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra;
y al que llama, se le abrirá.
Evangelio de Mateo 7:7-8


Jesús nos insta a pedirle al Padre y, si bien ningún ser humano puede cambiar la voluntad de Dios con solicitudes, Dios sí puede cambiar nuestro corazón y el de aquellos por los que nosotros rezamos.
La oración abre las puertas de nuestro corazón para que la Gracia pueda entrar en él.

ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO
“Querido Señor,
mi corazón está lleno de gratitud
por el tiempo que me has concedido
para estar aquí, en este mundo
que Tú creaste con tanto amor.
Quizá mi oración no ha sido
tan profunda e íntima como yo habría querido.
Mi mente se ha preocupado con frecuencia
de pequeñas inquietudes y problemas insignificantes.
Te doy gracias por este don de un valor incalculable.
Te pido que me des la gracia de que mi vida
sea merecedora de este maravilloso don que eres Tú mismo,
dame la gracia de que permanezca fiel a tu Espíritu
y que sea capaz de compartir la nueva fuerza que ahora experimento
con todas las personas que se cruzan en mi camino.
Señor manifiesta tus abundantes bendiciones a todos los hermanos,
que me han mostrado con tanta claridad, la realidad de tu amor.
Amén”.

Padre Henri J.M. Nouwen


 Bendiciones
Adriana

miércoles, 11 de abril de 2012

PASCUA - PESAJ: Signos y símbolos




Queridos amigos:
Volvemos a encontrarnos para seguir transitando el camino de la Palabra del Señor, contenida en la BIBLIA, el Libro que contiene el mensaje de DIOS para judíos y cristianos. Consideramos que cualquier pasaje puede trasladarse al presente, al pasado o al futuro, porque Dios está más allá del tiempo.
Y cada personaje bíblico nos muestra actos, pensamientos, enseñanzas, que pueden describir palabras, acciones o sentimientos de cualquier ser humano en el Siglo VII a. C., en el I d.C. u hoy, en el Siglo XXI… La Palabra de Dios se dirige, siempre, al ser humano en el momento presente: HOY.
El tema de estos tiempos son las celebraciones de Pascuas y Pesaj que tanto movilizan a nuestras comunidades:
En Pesaj con distintos rituales llenos de signos y símbolos se celebra el paso de la esclavitud a la libertad, de la angostura al regocijo.
También se alaba y agradece a Dios el haber enviado a Su servidor, Moisés, para que se ocupe de todo lo atinente a la liberación.
Otro de los nombres de esta celebración es “Jag Ha Aviv” (Fiesta de la Primavera), porque en Israel, en esta época del año, comienza esta estación. Es el renacer.
Cada vez que utilizamos los términos relativos a Pesaj, como por ejemplo: esclavitud, libertad, paso... nuestros pensamientos se orientan a aspectos tangibles, materiales, visibles... en lugar de incursionar en conceptos profundos, sutiles, espirituales.
Vivir en esclavitud no refiere solo a un lugar determinado ni a una situación concreta: puede simplemente tratarse de un profundo sentimiento de angustia, sin importar el espacio ni el tiempo; una enfermedad; una relación donde el amor está ausente y el miedo presente; el esfuerzo desmedido por logros materiales, posición social, económica... y también puede ser un lugar físico.
Paso no es solo moverse de un lugar a otro, sino transformar pensamientos y modificar sentimientos, es observar lo negativo para superarlo y elegir lo positivo, es abandonar valores efímeros y aceptar la Voluntad del Eterno.
Libertad es buscar el encuentro con el prójimo y con Dios con alegría y satisfacción por todo lo que ÉL nos regala, es llenarse de pensamientos positivos y percibir, desde lo profundo del ser, que el Creador nos acompaña y ayuda en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida.
Esta es una de las tres fiestas de peregrinación del Pueblo de Dios. En épocas bíblicas se dirigían al Gran Templo de Jerusalem a cumplir con los rituales de aquel momento. En Israel esta festividad se celebra durante siete días, mientras que en la diáspora, es decir fuera de Israel la celebración dura ocho días.
En el “seder” (orden), la cena festiva se lee la “hagadá” el relato educativo con el que se cumple el precepto de: “le dirás a tus hijos” enseñándoles así, a las nuevas generaciones, el valor de la libertad. Y esa libertad incluye límites, ya que para convivir debemos respetar la libertad de nuestros semejantes: es decir, no existe la libertad absoluta. De la hagadá surgen cuatro preguntas que, la mayoría de las veces, formula el hijo pequeño al padre o conductor de la ceremonia familiar.
Se come “matzá” un pan cuya masa no ha tenido tiempo de levar, llamado también pan de la aflicción. No se pueden ingerir alimentos que han leudado. Se debe sacar de delante (y de dentro de cada uno) todo lo fermentado, para vivir libremente. Se beben cuatro copas con vino y una quinta copa, la más bella, se deja reservada para el Profeta Elías –Eliahu-, el encargado de generar la era mesiánica. Esta quinta copa, generalmente, queda llena con vino hasta el final, es como si el Profeta no hubiese sabido de su existencia, o no supiera donde ir a beber el vino dispuesto para él. Ante esto podemos preguntarnos: ¿será él solo o seremos todos nosotros los que hemos de traer la era mesiánica?
Mitzraim, traducido como Egipto, significa el lugar de la angostura. No tiene porque ser exclusivamente un lugar determinado, los seres humanos hemos vivido situaciones de angustia en más de un lugar geográfico. El mensaje trascendente de esta celebración es sacar a Mitzraim (angustia, angostura que ahoga) de dentro nuestro. Se honra a los que nos precedieron en esta vida y se recuerdan los momentos duros y amargos que se debieron superar, en las distintas épocas, especialmente lo acontecido en la segunda guerra mundial. Concluye la celebración con el alma esperanzada en un mundo mejor, sin esclavitud, compartiendo alegrías, abriendo corazones y tendiendo puentes para reparar el mundo bajo el reinado de Dios.


La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión que prepara para la Pascua.
Comienza el miércoles de Cenizas y termina el Domingo de Ramos, dando lugar al comienzo de la Semana Santa. Es un tiempo de metanoia, arrepentimiento, que no equivale a autocompasión o remordimiento, sino a conversión, a volver a centrar nuestra vida en Dios… a cambiar la mente para cambiar la vida.
No significa mirar atrás con enojo, sino hacia adelante con esperanza. No es bajar la vista por nuestros actos fallidos, sino mirar a lo alto, al Amor de Dios. No es quedarse anclados en aquello que debiéramos ser, o en lo que hubiera sido bueno haber hecho sino esperanzados en lo que lograremos con la gracia divina.
La ceniza tiene un simbolismo muy especial: es fugaz: La vida es tan frágil que el fuego la reduce a un puñadito de cenizas. Al imponernos la ceniza se dicen las palabras del Señor a Adán: recuerda que eres polvo y al polvo volverás. Es elemento de Purificación: La ceniza fue desde antiguo, un símbolo del deseo de conversión y penitencia que lleva a la purificación. Vestirse con ropa áspera y cubrirse la cabeza con ceniza es un gesto que en la Biblia expresa dolor, sufrimiento y penitencia:
Josué 7:6 Josué desgarró sus vestiduras y se postró hasta la tarde delante del Arca del Señor, con el rostro en tierra. Los ancianos de Israel hicieron lo mismo, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas.
Daniel 9:3 Yo volví mi rostro hacia el Señor Dios para obtener una respuesta, con oraciones y súplicas, mediante el ayuno, el cilicio y las cenizas.
Ester 4:1 Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había pasado, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal, se cubrió de ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura
Busca generar el cambio de corazón: comenzamos el itinerario cuaresmal, dejando que se dibuje sobre nuestras frentes una Cruz hecha con cenizas, pidiéndole a Dios que purifique nuestro corazón.
Nos lleva a percibir el amor misericordioso manifestado en la Cruz que nos invita a convertirnos y creer en la Buena Noticia del Evangelio
Marcos 1:15 "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
Quien recibe la imposición de las cenizas, debiera pedirle a Dios que su cuaresma sea un tiempo de conversión, purificación y fecundidad espiritual, recordando la fugacidad de la vida para no olvidar que está llamada a la Resurrección:
Juan11:25-26 Jesús le dijo:"Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.
Dicen los Evangelios que el domingo anterior a la Pascua Judía, que hoy celebramos como Domingo de Ramos, llegó Jesús a Jerusalén para celebrar con sus discípulos y una multitud lo recibió gloriosamente.
Mateo 21:9-11 La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: "¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!" Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: "¿Quién es este?" Y la gente respondía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea".
Luego cambió el ánimo colectivo y terminó condenado a muerte y crucificado.
El jueves (santo) se celebra la última cena que tuvo el Señor con sus apóstoles. Es una invitación a profundizar en el misterio de la Pasión, ya que quien desee seguir a Jesús tiene que sentarse a su mesa y ser espectador de todo lo que aconteció en la noche en que iban a entregarlo. Jesús mismo enseña la vocación al servicio que debemos imitar: lava los pies de sus discípulos.
El lavatorio de los pies nos abaja y nos enseña a seguir el camino del Señor, poniéndonos al servicio de los demás.
Juan 13:4-7 se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?" Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".
La Misa es la celebración de la Cena del Señor en Pesaj, ese jueves santo, en vísperas de su pasión:
Mateo 26:26-29 Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman, esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: "Beban todos de ella,
porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre".
El pan y el vino son elementos naturales, presentes en un seder primitivo de Pesaj, que Jesús toma para que se conviertan en su Cuerpo y su Sangre y lo hagamos presente en el sacramento de la Eucaristía.
El viernes (santo) es un día de silencio, se recuerda la crucifixión de Jesús, la muerte en el monte Gólgota (cráneo). Hoy la cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza. Según el Evangelio de Juan, en la Pasión contemplamos el misterio del Crucificado, con el discípulo amado, María la Madre, María Magdalena… y el soldado que le traspasó el costado.
La cruz era, en esa época, el instrumento de muerte más humillante.
La corona de espinas, el látigo, los clavos, la lanza, la caña con vinagre... son la expresión de todos los sufrimientos padecidos por Jesús, y nos recuerdan otros signos o elementos dolorosos, como el abandono de los apóstoles y discípulos, las burlas, las escupidas, la desnudez como degradación, los empujones… hasta el aparente silencio de Dios.
El Sábado (de Gloria) por la noche, con la Solemne Vigilia esperamos la Pascua, permanecemos junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y su muerte, y esperando en oración su resurrección. Es día para profundizar, para contemplar, como se relata que se hacía en el libro de Job, en tiempos del Antiguo Testamento:
Job 2:13 Después permanecieron sentados en el suelo junto a él, siete días y siete noches, sin decir una sola palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
El domingo de Pascua el misterio de la Encarnación se completa con el misterio de la Redención. Al tercer día (según lo anunciado en las Escrituras) Jesús resucitó de entre los muertos para redimir al género humano, rescatarlo del error y la oscuridad. ÉL pasa a ser el goel (el que rescata, redime) de la humanidad. El drama de la Pasión se transforma y nos transforma.
La luz se hace presente: Jesús es la luz del mundo (Juan 8, 12; 9,5) y sus discípulos (todos nosotros) también debemos serlo para los demás.
Mateo 5:14-16 Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
Durante la primera parte de la Vigilia Pascual la fuente de luz es el fuego que, además de iluminar quema, y al quemar, purifica.
El cirio pascual representa a Cristo resucitado, vencedor de la oscuridad y de la muerte.


Jag Pesaj Sameaj

Felices Pascuas de Resurrección

Shalóm del Resucitado

Adriana