lunes, 24 de diciembre de 2007

Tiempo de Luz, tiempo de... Sentir a Dios


El simbolismo de la luz alimenta las tradiciones más remotas de las culturas más antiguas.
En la Biblia, el cuarto evangelio llama a Jesús "la luz verdadera, que alumbra a todo hombre" (Juan, 1,9) y lo hace decir, antes de curar a un ciego de nacimiento, "yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina a oscuras" (Juan, 9,5): Dios se manifiesta como Luz.
"Vosotros sois la luz del mundo". (Mateo 5, 14): ¡nosotros también somos luz! "brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5, 16).
En el Antiguo Testamento, leemos en Proverbios 20:27: “Candela de Dios es el alma humana” y en el Salmo 119:105:
“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”
Nuestras tradiciones, judía y cristiana, coinciden en celebrar la luz en el mes de diciembre: El pueblo judío celebra Jánuca, la Fiesta de las Luminarias, y el pueblo cristiano el nacimiento de Jesús, la Luz del mundo.
La janukiá, candelabro especial, encendido para disfrutar, admirar e iluminar el “templo interior” es encendido durante ocho días seguidos, predisponiendo al alma a alejarse de las tinieblas, oscuridades y angustias.
Navidad celebra la vida nueva naciendo en cada uno de nosotros, re-naciendo, como Jesús que renace cada vez que le celebramos, que le alabamos, que le llamamos, que le dejamos entrar…
Estos son buenos tiempos para dejar de lado la mente calculadora y abrir el corazón a las sensaciones profundas, a los sueños, a sentir al otro en la alegría del compartir, a percibir la Luz de Dios en las honduras de nuestro ser.
El Divino Niño llega de manera silenciosa, humilde, discreta… como aquellos que pasan por nuestra vida con un mensaje de contención, comprensión, amor…
Adriana

SENTIR A DIOS

En nuestra era tecnológica el hombre fue incapaz de concebir este mundo más que como un instrumento para su propia realización. Se ungió a si mismo soberano de su destino, capaz de plasmar estirpes, de adaptar una filosofía a sus necesidades transitorias y de crear una religión a su gusto. Postuló la existencia de un “poder” que le sirviera como garantía de su propia realización, como si Dios fuese un lacayo destinado a satisfacer las necesidades del hombre y ayudarlo a extraer el máximo de la vida. (El hombre no está solo. Abraham J. Heschel. Ediciones Seminario Rabinico Latinoamericano. Pág.77)

Desde el comienzo el ser humano se ocultó de Dios “Mas escucharon la voz de Adonai Elohim que se expandía por el huerto, cuando declinaba el día y se escondió el hombre y su mujer, de ante la presencia de Adonai Elohim, entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8). No obstante ello Dios busca al hombre “Llamó Adonai Elohim al hombre y le dijo ¿Dónde estas? (AIEKA)” (Gn. 3:9)
Desde los comienzos, el ser humano hace caso omiso al llamado de Dios cuando diariamente pregunta ¿dónde estás? ¿en que andas? ¿porqué no caminamos juntos? ¿porqué caminas solo? ¿porqué corres? ¿adónde vas? ¿qué quieres conseguir?
Todo lo que Él nos dice sólo se “escucha” con los oídos del alma, es decir se siente, se percibe, no se piensa… no es posible constatarlo desde lo físico.
Dios se hace Presente continuamente con Su precioso y preciado regalo que es la vida, sin embargo pareciese que los objetos materiales que se pueden tocar, comprar, ver, y que a su vez dirigen la existencia de los humanos son más valiosos e importantes que el Presente.
El ser humano sigue adelante en su carrera por llegar a algún lado que nadie sabe ni conoce; mientras tanto, ocupado, corre sufriendo, haciendo solo, creyendo que todo lo puede, dando consejos a los demás, ocupándose de lo que otros debieran hacer para que les vaya bien, sin tiempo para hacerse cargo de si mismo… y no percibe a Dios que dice constantemente… "Y he aquí que Yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que tú anduvieres y te haré retornar a esta tierra, pues no habré de abandonarte hasta que haya hecho lo que he hablado a tu respecto.” (Génesis 28:15)
Si el ser humano se detuviese en su desenfrenada carrera y pudiese decir (como Jacob) “...En verdad Adonai está presente en este lugar mas yo no lo sabía.” (Génesis 28:16) seguramente oiría Su palabra y estaría en condiciones de compartir su tarea con alegría, placer y agradecimiento, es decir en plenitud, sin sufrimiento, dado que hacer juntos con quien nos ama genera paz interior.
Es importante que tomemos conciencia, nos demos cuenta, que el Creador, con su infinita misericordia, está en todo y que, tal como lo hizo y consta en la Biblia, nos dará todo lo que necesitamos, es decir “Dios proveerá” como lo expresara con otras palabras el patriarca Abraham en Génesis 24:7 “Adonai, Dios de los cielos, que me tomó desde la casa de mi padre y desde la tierra de mi nacimiento y que me habló a mi y que me juró a mi, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, Él enviará Su emisario delante de ti y tomarás una esposa para mi hijo, de allí.”
Sentir a Dios en nuestras profundidades, hacer con Él, depara plenitud interior, paz: el Shalom, que tanto deseamos para nosotros y para los otros.

Rabino Arieh